¿Por qué el cerebro debe ser educado?

Un cerebro sin control en la era de los estímulos constantes.
Un cerebro sin control en la era de los estímulos constantes

Nos ha tocado vivir en un tiempo dónde recibimos estímulos a cada momento y que nos llega por todas partes. Desde las notificaciones del móvil hasta los anuncios por la calle, nuestra atención se dispersa en muchas cosas por la multitud de fuentes. Educar a nuestro cerebro para que no se deje llevar por esta sobrecarga de información se ha vuelto ahora más importante que nunca.

Esta sobrecarga de información nos puede traer varios problemas, como la dispersión de la atención, la ansiedad o la incapacidad para concentrarse en tareas importantes. Además, esta exposición constante a estímulos digitales puede afectar nuestra capacidad para procesar información de manera profunda y significativa.

Dispersión de la atención

El cerebro es un órgano muy pequeño, solo ocupa el 2% del tamaño total corporal, pero a la vez es muy complejo que consume el 20% de la energía total y casi un 25% de la glucosa total.

Para entender un poco mejor como actúa nuestro cerebro y como educarlo, debemos conocer sus necesidades básicas. Y es que nuestro cerebro ha evolucionado para asegurarse la supervivencia y para lograrlo envía señales en forma de dopamina, un neurotransmisor que juega un papel crucial en la motivación.

La dopamina como recompensa

La dopamina actúa como una recompensa que nos impulsa a llevar a cabo ciertas acciones esenciales para la supervivencia en las que aparecen determinadas acciones:

★ La alimentación: Cuando comemos, el cerebro libera dopamina, esto hace que sintamos placer y nos motiva a buscar comida cuando volvemos a tener hambre.
★ Las relaciones sexuales: La dopamina también se libera durante las relaciones sexuales, esto incentiva el comportamiento reproductivo necesario para la perpetuación de la especie.
★ Placer y recompensa: Además de la alimentación y la reproducción, la dopamina está involucrada en otras actividades placenteras, como el ejercicio, la socialización o la consecución de objetivos personales.

Vamos a hacer un ejercicio, pero fácil, ya verás. Por ejemplo, si tienes hambre y te dan a elegir entre una magdalena o una pera, ¿tú, que elegirías?
Venga, va, no lo pienses mucho, hazlo con sinceridad.

Un ejemplo claro de cómo la dopamina influye en nuestras decisiones es nuestra preferencia por alimentos altos en azúcares y grasas. Cuando tenemos hambre, nuestro cerebro busca la manera más eficiente de obtener energía rápida, y los alimentos azucarados como una magdalena proporcionan esa energía inmediata.

Y es que la alta concentración de azúcar desencadena una liberación significativa de dopamina, lo que nos recompensa con una sensación de placer intenso.

Por otro lado, aunque la pera es saludable y también libera dopamina, aunque cantidad liberada es menor en comparación con la magdalena.

Todo esto hace que nuestro cerebro, en su búsqueda de la máxima recompensa inmediata, nos impulsa a optar por la opción más dulce y energética.

Seguro que ahora entendemos un poco mejor el porqué nos cuesta tanto trabajo poder terminar una dieta.

Sabemos que no es tarea fácil, aunque sí posible que podamos mediarlo mediante un trabajo de voluntad y educación de nuestro cerebro con unos determinados hábitos, comportamientos y actitudes.

Y sí, esto nos lleva a un tema que nos preocupa, la relación de la dopamina en las adicciones.

La dopamina y las adicciones

El circuito de recompensa del cerebro, mediado por la dopamina, también juega un papel crucial en la adicción. Cuando consumimos drogas, estas sustancias pueden provocar una liberación masiva de dopamina, esta sobrecarga de dopamina crea una sensación de euforia intensa que el cerebro rápidamente asocia con el consumo de la droga.

Con el paso del tiempo, el cerebro se va adaptando a estos niveles muy altos de dopamina al reducir su producción natural disminuyendo la cantidad de receptores de dopamina que nos hace necesitar consumir más droga para volver a alcanzar ese mismo nivel de euforia donde el cerebro pide, necesita, la droga para funcionar.

Este proceso explica por qué las personas pueden volverse adictas a las drogas o a otras adicciones sin sustancias, por la búsqueda constante de euforia y esa necesidad de evitar los síntomas de abstinencia impulsan el comportamiento adictivo que hace que se priorice el consumo de drogas por encima de otras actividades vitales.

La adicción: Más allá de falta de voluntad

La adicción es una de las enfermedades más incomprendidas y estigmatizadas de nuestro tiempo. A menudo se percibe a las personas con algún tipo de adicción como personas sin voluntad, pero esta percepción es tan simplista como peligrosa, y es que como sociedad a veces ignoramos la complejidad de la adicción como una enfermedad que altera el cerebro y afecta a la persona enferma en múltiples niveles.

La adicción es una enfermedad crónica que afecta al cerebro y al comportamiento de una persona. No se trata simplemente de falta de voluntad, Las adicciones alteran la estructura y la función del cerebro, lo que lleva a una necesidad compulsiva de consumir, a pesar de saber las consecuencias negativas.

Esto se debe a diferentes cambios en partes de nuestro cerebro que están relacionadas con la toma de decisiones, el aprendizaje o el control del comportamiento.

Cualquier persona con adicción no le falta voluntad para dejarlo, la realidad es mucho más compleja. Y es que aunque es posible que en algunos casos el inicio puede ser voluntario, con el tiempo, los cambios en el cerebro provocados por las drogas u otro tipo de adicción sin sustancia, afectan nuestra capacidad de tener autocontrol y no dejarnos llevar por los impulsos.

La adicción y el circuito de recompensa

Para comprender un poco mejor la adicción, es importante entender de qué forma afecta al cerebro, en particular el circuito de recompensa. Este circuito y su red de áreas cerebrales, es esencial para la motivación, el placer y el aprendizaje.

Pero, ¿qué es el circuito de recompensa?

Cuanto más sabes cómo funciona, más quieres saber, y es que el circuito de recompensa se compone de varias estructuras cerebrales que incluye:

★ Área Tegmental Ventral (ATV), es la parte que produce dopamina, ya hemos hablado de ella antes, el neurotransmisor clave en la sensación de placer.
★ El núcleo Accumbens es la parte motora, desde ahí se envían señales a nuestras extremidades para que se muevan y concreten la acción que el cerebro manda.
★ Corteza prefrontal, aquí se produce la toma de decisiones, el control de impulsos y la que regula el comportamiento.

Cuando experimentamos algo que nos produce placer, como comer o sociabilizar, el circuito de recompensa se activa, libera dopamina y refuerza nuestro comportamiento positivo.

Pero, ¿qué ocurre cuándo entra en acción el impacto de una adicción?

La cocaína, heroína, el alcohol, o cualquier otro tipo de adicción sin sustancia, como las compras compulsivas o las redes sociales, afectan el circuito de recompensa de manera de brusca ruptura.

  • Se libera de forma masiva dopamina
  • El cerebro reduce su respuesta natural a la dopamina
  • Se altera la comunicación de neuronas

Todos estos cambios en el circuito de recompensa no solo nos afectan para sentir placer, también tienen impacto en nuestro cerebro.

  • La corteza prefrontal, que ayuda a la toma de decisiones y el autocontrol, dificulta la resistencia de esos impulsos de consumir
  • El hipocampo se ve también afectado, ya que refuerza esa relación de la adicción y el entorno asociado.

Estos comportamientos activan el circuito de recompensa de forma similar a las drogas, también liberan dopamina y refuerzan ese ciclo de compulsión y consumo.

Todo este proceso actúa como un círculo que hace que sufrimos cualquier tipo de adicción, nos hace buscar constantemente esa actividad o sustancia que nos produce placer, a pesar de saber todos sus efectos negativos que repercuten en nuestra salud y cuánto afecta a quienes nos rodean.

Estrategias de prevención

Estrategias de prevención

Hay que perder el miedo a la información necesaria sobre las adicciones y proporcionar una comunicación y asesoría sobre los efectos y riesgo del uso de drogas o tecnología en escuelas, eventos o talleres.

★ Enseñar y aprender habilidades para resistir la presión de grupo y la toma de decisiones saludables.

★ Entender la importancia del apoyo familiar creando un entorno familiar que fomente la comunicación abierta y el apoyo emocional.

★ Identificar y abordar conductas de riesgo desde el principio para prevenir el desarrollo de adicciones.

Debemos entender que la adicción no es una señal de debilidad, sino una enfermedad que requiere apoyo y sobre todo algo crucial: tratamiento que debe tratarse como cualquier otra enfermedad crónica, con un enfoque integral que incluya intervenciones médicas, psicológicas y sociales.

El tratamiento de recuperación se centra en restaurar el equilibrio del circuito de recompensa y mejorar la función de la corteza prefrontal en el que debe incluir distintos de terapias, talleres de grupos de autoayuda y programas de rehabilitación.

La adicción es una enfermedad que afecta al cerebro, en particular al circuito de recompensa, y requiere un enfoque comprensivo para su prevención y tratamiento.

Si cambiamos nuestra percepción entenderemos mejor la naturaleza de la adicción, de esta forma podemos ofrecer el apoyo necesario para todas las personas que luchan contra esta enfermedad y trabajar hacia una sociedad más empática y consciente de por qué ocurre.

Brisa lo formamos un equipo psicológico y terapéutico dónde a través de talleres individuales y en grupo, formamos un camino sólido a través de un seguimiento diario para poder llegar hasta la recuperación.

Además, contamos con un teléfono activo para el paciente, incluyendo fines de semana.

Entre todos tenemos en nuestras manos no echar hacia atrás el camino que hemos recorrido hacia la recuperación.

Brisa -Centro Sanitario Terapéutico especializado en adicciones

C/ Armengual de la Mota, Nº 27, 2ª Planta. 29007 Málaga.

Telf: 644 25 64 92

informativas@brisadicciones.com

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