Si has llegado hasta aquí es porque sabes de su importancia, aunque tal vez te interesa porque te han hablado sobre ella, de su relación con las adicciones y quieres saber más sobre qué es la desregulación emocional.
Y es que toda atención es poca, porque la relación que existe entre la gestión emocional y la adicción puede ser una de las raíces de muchas de las conductas adictivas.
Desregulación emocional
La desregulación emocional es un concepto vital para entender cómo se desarrollan muchas adicciones. Voy a hablarte sobre ella de la forma más clara posible a pesar de su complejidad.
La desregulación emocional es la dificultad o incapacidad que tiene una persona para gestionar y controlar sus emociones de una manera adaptativa.
Al desregular algo eliminamos todo lo que está ajustado a determinada característica, a una conducta o unas normas. Y esto nos lleva a cómo la desregulación puede convertirse en un factor de riesgo en el desarrollo de adicciones.
Vayamos por partes, porque hablar de la desregulación emocional, es hacerlo de saber encontrar la forma de aprender a gestionar las emociones de la forma más adecuada como paso primordial en el proceso de la recuperación de cualquier tipo de adicción.
Y es que la desregulación emocional es una auténtica montaña rusa y si vas subido en ella todas las emociones se vuelven intensas y desproporcionadas hasta llegar a perder el control. Por eso es necesario tener las herramientas necesarias para regular nuestro estado emocional ante determinados estados como los cambios de humor extremos o determinadas reacciones impulsivas.
Este cúmulo de sensaciones que nos llevan de un lado a otro y que pueden ir desde la tristeza, al miedo o la ira, hacen que nos desbordemos de tal forma que perdamos el equilibrio y que queramos tomar el control de la forma más rápida que sabemos.
Recurriendo a determinadas sustancias, el juego o las compras compulsivas hacen que se convierta en un círculo que vuelve una y otra vez a alimentar el odioso monstruo de la adicción.
Relación entre emociones y adicción
Tener algún tipo de adicción no solo es el resultado de la toma de sustancias o conductas dependientes; es algo mucho más complejo en el que las emociones juegan un papel protagonista.
Como seres humanos sentimos estrés, ansiedad o desconsuelo, pero si no se sabe gestionar de la forma más adecuada, puede que nos lleve a buscar alivio en conductas que pueden llegar a destruirnos como personas.
Y es que podemos llegar a vivir determinadas situaciones en las que nos encontramos tan mal que en ese momento nos da igual que ese consuelo sea de forma temporal, porque lo único que necesitamos es alejar ese dolor tan profundo que sentimos.
La dificultad para gestionar las emociones es una cuesta muy empinada, y es que todo cuánto sentimos se multiplica y es tan intenso que se escapa de nuestro control al no saber manejar esos sentimientos de vacío o angustia que nos producen tanto malestar.
Toda esta vorágine de sentimientos hace que entremos en un bucle entre un sentimiento de culpabilidad y vergüenza, con emociones negativas a cada momento por no poder controlar la adicción.
La gestión de las emociones es un componente crucial en el desarrollo de las adicciones porque comprender cómo las emociones influyen en nuestra conducta adictiva y aprender a gestionarlas de una forma adaptativa son pasos fundamentales en el camino de la recuperación.
Mecanismos cerebrales implicados
Vamos a ver un poco más a fondo como la desregulación emocional forma parte del desarrollo de adicciones, y por qué es importante entender un poco mejor sobre los mecanismos cerebrales que se encuentran involucrados tanto en la regulación de las emociones como en los procesos adictivos.
Para esto vamos a emprender un camino, uno en el que vamos a recorrer distintas áreas del cerebro claves para entender este desarrollo:
1-Sistema de recompensa (Circuito mesolímbico)
Si alguna vez te has preguntado qué es lo que hace que hagamos alguna acción, la respuesta es nuestro núcleo accumbens. Aquí ocurre la acción motora, es decir, este núcleo es el que hace que se produzca el movimiento para que realicemos una acción y pasar a la siguiente fase.
Y es que nuestro cerebro es tan extraordinario, que existe un paso más que es clave, el Cortex Prefrontal (CPF). Aquí se encuentran las funciones ejecutivas como la toma de decisiones, conducta social, impulsividad, planificación o voluntad, y donde está esta falta de regulación por exceso de dopamina.
Y es que cuando nos enfrentamos a emociones difíciles de manejar, nuestro cerebro, que es muy listo, busca la forma de ir por el camino más rápido para restablecer el equilibrio emocional. En psicología, este camino se llama heurístico, el atajo más rápido que nuestro cerebro utiliza para dar la respuesta más cómoda y que nos dé pocas preocupaciones. Y es que nuestro cerebro solo se esfuerza para sobrevivir, para el resto, como el cuidado de las emociones, toma todos los atajos posibles.
Por este motivo, cualquier tipo de adicción pone en marcha de forma intensa este sistema de recompensa que hace que se libere dopamina.
Esta liberación nos genera tal sensación de placer y alivio momentáneo que hace que se refuerce la conducta adictiva.
Con el tiempo esto hace que el sistema de recompensa se vuelva cada vez menos sensible a todas esas fuentes de gratificación, haciendo que se incremente la necesidad de volver a recurrir a estímulos adictivos una y otra vez, y volver a experimentar placer o alivio.
2-Amígdala (Procesamiento emocional)
Llegamos al centro de procesamiento de nuestras emociones, sobre todo las relacionadas con el miedo, la ansiedad, estrés y cómo reaccionamos ante ellas.
Aquí se desarrolla una auténtica revolución que es necesaria, pero que a la vez nos puede llevar a situaciones de desregulación emocional si la amígdala está muy activada, ya que esto hace que se intensifiquen nuestras respuestas emocionales y nos cueste trabajo regularlas.
En la adicción, la hiperactividad de la amígdala puede llegar a hacernos que, al padecer esta enfermedad, busquemos una y otra vez ese alivio inmediato que da esa adicción porque necesitamos reducir ese malestar emocional generado por la hiperactividad de la amígdala.
3-Corteza prefrontal (Control inhibitorio)
Atención porque este es el control de mandos, el de la toma de decisiones, dónde se regulan las emociones y cada uno de nuestros impulsos.
¿Qué significa esto?
Pues que si tenemos desregulación emocional existe una menor capacidad para impedir determinadas respuestas emocionales intensas.
Esto puede hacer que aumente nuestra impulsividad en la búsqueda de una gratificación inmediata, nos cuesta más trabajo resistir los impulsos que causa esta pérdida de control, aumentando nuestro estado más vulnerable a la adicción, utilizándose como vía de afrontarlo.
4- Eje hipotálamo-pituitario-adrenal (HPA)
El eje HPA es clave en cómo respondemos en los casos de estrés. En la desregulación emocional, este sistema se activa de tal forma que nos pone en una situación de constante alerta y estrés crónico.
Esto no solo hace que estemos más inestables emocionalmente, también que nos lleve a la toma de sustancias o comportamientos adictivos para intentar regular ese estrés que sufrimos en una forma de querer hacerle frente.
5- Hipocampo: memorias y recuerdos
Dentro de la complejidad de nuestro cerebro existe un lugar que actúa como el disco duro de un ordenador. En este lugar tan interesante del cerebro quedan guardadas todas nuestras acciones, y aquí es también dónde el cerebro registra que una acción pueda ser buena (consumo).
Hipocampo: memorias y recuerdos ¿Qué impacto tiene la desregulación emocional y las adicciones en nuestro cerebro?
La desregulación emocional y las adicciones alteran nuestro comportamiento y salud emocional. Esto ocurre porque esta enfermedad tiene una conmoción profunda y duradera en el funcionamiento de nuestro cerebro.
Por eso no debemos olvidar que el impacto neurobiológico contribuye a que sea algo crónico en la adicción y que el desarrollo de recuperación sea complejo a causa de ser un proceso crítico.
Y es que nuestro cerebro responde de determinadas formas a causa de los cambios que nos suceden como respuesta a la toma de sustancias y su liberación de dopamina. Con el tiempo, el cerebro se adapta a este excesivo estímulo que a la vez hace que se reduzca la sensibilidad de los receptores de dopamina.
Por este motivo hace que necesitemos mayores dosis o mayor frecuencia de cualquier tipo de dependencia convirtiéndose más y más fuerte.
El impacto que provoca la desregulación emocional y la adicción nos indica que es necesario un enfoque terapéutico total, ya que el cerebro se encuentra inmerso en un torbellino dónde es necesario ayuda profesional para poder gestionar este estado en el que nos encontramos.
Tener las herramientas adecuadas y aprender a gestionar esa sensación de vacío interior que nos hace buscar un escape que es tan engañoso como temporal cuando nos enfrentamos a algún acontecimiento del que somos incapaz de gestionar porque nos supera.
¿Existe una explicación neurobiológica a ese vacío interior que nos causa una adicción?
Sí, y están estrechamente ligados con este desajuste en nuestro cerebro y en la regulación emocional.
★ Sistema de recompensa. Ya te hemos hablado antes de él, y es que si nuestro cerebro se adapta a niveles altos de dopamina se vuelve menos sensible a sus efectos. La “tolerancia” hace que lo que antes era placentero se convierta en vacío.
★ Anhedonia: La ausencia de placer nos ha llevado a tal punto que ya ni percibimos satisfacción con actividades con las que antes disfrutábamos.
★ Desregulación de la serotonina. La adicción altera el trabajo de la serotonina provocando sensación de vacío emocional.
★ Corteza prefrontal. Nuestra capacidad de resolución de determinadas situaciones se reduce afectándonos incluso a que vivamos de muchos de nuestros propósitos.
La importancia de la gestión emocional
Que exista un tratamiento con resultados para la recuperación de cualquier tipo de adicción se enfoca en la eliminación de sustancias o conducta adictiva, además de aprender a desarrollar las habilidades para poder gestionar nuestras emociones.
Si no se aprende a regular las emociones, corremos el riesgo de recaer en la adicción o incluso en desarrollar nuevas conductas que dañan la salud de nuestra vida.
Por este motivo necesitamos:
➢ Identificar y comprender las emociones como primer paso para saber a gestionarlas.
➢ Aprender las técnicas necesarias que nos ayuden a observarlas sin que nos arrastren, para conseguir mayor estabilidad emocional.
➢ Aplicar distintos tipos de terapias como la Terapia cognitivo conductual (TCC) que nos proporciona estrategias específicas para cambiar patrones de pensamiento y comportamiento.
➢ Contar con el apoyo familiar, social, y el trabajo psicológico y terapéutico como parte fundamental para aprender a regular nuestras emociones de una forma saludable y evitar recurrir a la adicción como vía de escape.
No quiero terminar de hablarte sobre la desregulación emocional y las adicciones sin decirte que trabajando con ayuda profesional se consigue aprender a gestionar todo el proceso que lleva a la recuperación de cualquier tipo de adicción. Porque es posible y se puede lograr.
Brisa lo formamos un equipo psicológico y terapéutico dónde a través de talleres individuales y en grupo, formamos un camino sólido a través de un seguimiento diario para conseguir recuperación.
Contamos con un teléfono activo para el paciente, que incluye fines de semana.
Entre todos tenemos en nuestras manos no echar hacia atrás el camino que hemos recorrido hacia la recuperación.
Brisa -Centro Sanitario Terapéutico especializado en adicciones
C/ Armengual de la Mota, Nº 27, 2ª Planta. 29007 Málaga.
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